La Inmunidad del potro neonato
Por: MV Enrique Castillo*
Las primeras horas después del alumbramiento son realmente importantes en lo que respecta a la fundación o construcción de la inmunidad del animal
La yegua lista para parir se echa y comienza su fase de contracción que finalizará con la expulsión del potrillo al exterior. Este momento para cualquiera que ha tenido la oportunidad de asistir una yegua durante el parto está caracterizado por un cierto grado de tensión e incertidumbre. Se revisa la posición del potrillo dentro del canal de parto, si él mismo se encuentra correctamente colocado la mayoría de las veces el nacimiento se produce de forma rápida y sin complicaciones.
Una vez que el potro está fuera de su madre y se le aplican los primero cuidados se podría pensar que lo más difícil ha terminado. Sin embargo serán las siguientes 24 horas posteriores al parto las más importantes en la vida del recién nacido y las que determinarán el futuro del mismo.
Junto a una serie de situaciones y complicaciones que se pueden producir después del nacimiento y que deben ser consideradas, estas primeras horas son realmente importantes en lo que respecta a la fundación o construcción de la inmunidad del animal.
El potro al nacer es inmunológicamente competente, en otras palabras, su sistema inmune está preparado para responder inmediatamente a los agentes antigénicos con los que tendrá contacto una vez que deje el útero de su madre y tenga que adaptarse a su nuevo entorno.
Pero si el potro es capaz de iniciar una respuesta de defensa inmediatamente después de su nacimiento… ¿Por qué estas primeras horas son tan críticas en lo que respecta a la inmunidad del mismo?
La razón a lo anterior tiene que ver con el hecho de que el potro al nacer a pesar de su competencia inmunológica, tiene niveles muy escasos de anticuerpos provenientes de su madre.
En el caballo la relación entre los tejidos maternos y fetales a nivel de la placenta es muy débil o lábil, esto provoca que el potro nazca con pobre defensa para protegerse de los agentes infecciosos y contaminantes que se encuentran en el medio ambiente.
Por esta razón una protección temporal en forma de anticuerpos maternos, debe ser suplida al pequeño para que éste sea capaz de sobrevivir las primeras semanas de vida antes de que su sistema inmunológico pueda alcanzar su máximo nivel de respuesta y producción de anticuerpos propios.
El calostro, esa secreción amarillenta y viscosa que se puede observar en la ubre de la yegua al final de su gestación es sin duda el mejor indicativo de que tanto madre como hijo están listos para iniciar el parto. Pero también es una fuente rica de inmunoglobulinas maternas que son transmitidas de madre a hijo durante las primeras horas de lactancia y que al ser absorbidas por el potrillo proveen al mismo de la protección necesaria para su primer mes de vida. Este aporte de inmunoglobulinas por parte de la madre se conoce como Transferencia de Inmunidad Pasiva y dada su importancia es necesario garantizar que la misma ocurra adecuadamente.
Aporte de inmunoglobinas
Muchos factores deben de ser considerados para que el aporte de inmunoglobulinas ocurra correctamente, sin embargo por lo extenso del tema solo haré mención a algunos de ellos.
Quizás el punto crítico tiene que ver con la rapidez con que el potrillo sea capaz de levantarse y comenzar a mamar. Las inmunoglobulinas son partículas de gran tamaño que sólo pueden ser absorbidas durante las primeras horas de vida del potrillo. Una vez las células intestinales especializadas son reemplazadas por células intestinales maduras, se limita la absorción de las grandes partículas siendo la absorción de éstas casi nula después de las primeras 12 horas de vida.
Aquellos potrillos con dificultad para pararse o con un pobre reflejo de succión deberán recibir asistencia para “mamar” y obtener el calostro antes de las primeras seis horas de vidas. En circunstancias críticas, la administración de calostro a través de una sonda naso gástrica será necesaria.
En algunos casos la yegua comienza a “gotear” calostro de su ubre horas e incluso días antes de que se produzca el parto. El calostro sólo se produce en una oportunidad durante la gestación en cantidades que pueden alcanzar hasta los 2 litros y rápidamente será reemplazado por leche normal. Esa pérdida de calostro puede mermar considerablemente la cantidad de calostro que estará disponible para el potrillo cuando comience a “mamar”.
En estos casos el uso de reservas de calostro de comprobada calidad, “Banco de Calostro”, obtenidas por lo general de otras yeguas que hayan parido previamente, se colecta y se guardan bajo congelación para ser utilizadas cuando se requiera como una fuente extra de calostro.
Es importante también estimular y preparar el sistema inmunitario de la madre previo al parto para que las inmunoglobulinas que la misma pase a su hijo a través del calostro, sean las adecuadas para garantizar la defensa del potrillo contra los agentes infecciosos al que estará expuesto después del parto.
En otras palabras la yegua crea anticuerpos como respuesta a los agentes infecciosos propios de su entorno, por esta razón necesita al menos cinco semanas de adaptación inmunológica al ambiente propio del lugar donde parirá para garantizar una respuesta inmune adecuada contra los agentes antigénicos del entorno.
De igual manera el estímulo a través del uso de vacunas producidas contra las enfermedades propias de la zona, así como un estatus sanitario adecuado que implique desparasitación y condiciones de higiene son importantes para garantizar que las inmunoglobulinas producidas por la yegua sean las adecuadas para proteger a su potrillo.
Muchos otros factores pueden afectar el éxito de esta transmisión de defensas temporal de la madre hacia el hijo. Cualquier factor que pueda afectar la cantidad y calidad de las inmunoglobulinas producidas por la madre o la cantidad absorbida por el potrillo, se traducirá en una carencia de defensa que harán al potro susceptible al ataque de agentes infecciosos y contaminantes propios del entorno, que lo afectarán durante las primeras semanas de vida antes de que el mismo sea capaz de montar una respuesta inmune propia.